Autonomia y Heteronomia Social...


AUTONOMIA Y HETERONOMIA SOCIAL; REGLAS DE LA VIDA[1]; LIBERTAD DEL HOMBRE

 

Por Tatiana Diaz Ricardo

 

 

 

Las reglas de la vida es una película triste. Desde sus inicios la conjugación de imágenes del invierno, con la de niños -abandonados- jugando, con la inocencia que les caracteriza, dentro de un orfanato – clínica de abortos, y la de un viejo médico enseñando a su discípulo nociones básicas de ética, invoca la nostalgia.

 

Es evidente que la pregunta constante en la cinta se refiere a la libertad humana, o la posibilidad de la existencia de la misma, y ¿Por qué no? , de la felicidad.

 

En este ensayo se analiza la cinta “las reglas de la vida” a partir de la teoría social de Cornelius Castoriadis y su diferenciación entre sociedades autónomas y heterónomas

 

Es así como Las reglas de la vida, constituye en un espacio para reflexionar acerca de muchos aspectos de la existencia humana y a la vida en sociedad, debido, en gran parte, a la versatilidad del autor para lograr que simultáneos debates confluyan en una cinta, no obstante, es inevitable distinguir un eje central respecto de ella, el debate principal: la libertad. Se recrea entonces una historia en la que la libertad tanto positiva como negativa riñe constantemente con otros principios entre los cuales se puede identificar la seguridad, la felicidad e incluso el amor.

 

Para Castoriadis la sociedad y todo lo que la vida en ella implica es un poder instituido que a la vez pretende ser instituyente del individuo, esto es, la sociedad o sus instituciones busca su perpetuación a través de los hombres y estos desde su nacimiento están, por así decirlo, atrapados, en la institucionalidad del ‘imaginario colectivo instituyente’ [2]. Esto vendría a significar que somos en gran parte resultado de la sociedad que nos engendra, ahora bien, si esto es así, si estamos ampliamente predeterminados, ¿Qué  posibilidad tenemos de ser realmente libres?, y, vital dentro de su teoría que indagó acerca de la democracia, ¿Cómo debe entenderse entonces la democracia, y la libertad dentro de ella?

 

Por ello, el eje central de su teoría se refiere específicamente a la autonomía social, y consecuencialmente a la autonomía del hombre, o del individuo social y a la democracia. Autonomía que encuentra su opuesto en la heteronomía.

 

Surge entonces el siguiente interrogante ¿cuando una sociedad es autónoma y cuándo es heterónoma?

 

Para Castoriadis el elemento que decide la autonomía o heteronomía de una sociedad es el lugar de origen de las instituciones que lo regulan, siendo posible que éste tenga lugar en el hombre mismo, o, por el contrario, en un elemento extrahumano, entendiéndose como tal a la historia, al destino, a Dios. Debe aclarase que no es la posibilidad de crear las reglas de la sociedad, lo que determina la autonomía o heteronomía social, porque ambos tipos de sociedad tienen la potestad de hacerlas, es la naturaleza misma de la fuente.

 

Se debe entender entonces que una sociedad es heterónoma cuando remiten el origen de sus instituciones a una fuente extra social. Las implicaciones que tiene el que la fuente este ubicada fuera de la sociedad misma, o de los hombres que la conforman, es la posibilidad o no de cuestionar esas instituciones. Es decir, si las instituciones no han sido creadas por procesos humanos, sino por “algo extrahumano o social” tales instituciones se tornen incuestionables[3].

 

La autonomía social se puede erigir como un concepto opuesto a la heteronomía de ésta. Por sociedad autónoma se ha dicho que se entiende aquella que supera o al menos indaga acerca de su precedente moral, religioso, político y cultural -sus instituciones- y cualquier otro aspecto relevante o irrelevante respecto de ella,  y decide regirse por sí misma. La heteronomía social se nos muestra como una sujeción a lo existente y por ende a todo lo que la estructura de la sociedad entraña. De forma romántica y cruda John Irving  y Lasse Hallstrom con la cinta “Las reglas de la vida” nos invitan a reflexionar desde una perspectiva si bien artística, no menos filosófica y política, sobre autonomía y heteronomía tanto social, como individual.

 

Cuando el joven Homer decide abandonar el orfanato, no está haciendo cosa distinta a buscar las respuestas a sus propios cuestionamientos vitales, y la institucionalidad que lo contenía –el Dr. Larch- se lo permite, desgarradoramente dolorosa para él, pero lo respalda.

 

La salida de Homer, a desempeñar un rol de recolector de manzana lo lleva a conocer en otras tierras realidades tan duras como las del orfanato del que provenía, en donde los hombres se mueven siempre en círculos de poder, regidos por reglas. Los trabajadores del campo de manzanas tenían sus propias normas, las cuales, contradictoriamente eran heterónomas, no sabían de donde provenían, por qué existían… lo cual no es de extrañar. Por regla general las micro sociedades, los pequeños grupos humanos, tienden a reflejar la sociedad en la que se encuentran.

 

Para Castoriadis la constante histórica ha sido la existencia de sociedades heterónomas. Señala que, sin embargo, se han presentado dos casos de sociedades autónomas: Grecia (antigua) y Europa occidental (movimiento ilustrado). Se considera heredero de la tradición de esas sociedades autónomas y afirma basarse en parte de su pensamiento[4].

Las sociedades autónomas, según Castoriadis, se caracterizan por su actitud interrogativa frente a las tradiciones y las instituciones, pregunta que de antemano rechazan cualquier respuesta acerca de las mismas que no tengan origen humano. Esto en términos del autor estudiado implica “la repulsa de toda "autoridad" que no rinda cuenta y razón, y que no justifique la validez del derecho de sus enunciados[5].

Puede afirmarse entonces que si bien toda institucionalidad busca su permanencia en el tiempo, tratándose de sociedades autónomas, la posibilidad de permanecer o no siempre está abierta. Allí empieza la relación entre autonomía y democracia.  Se puede entonces entender ‘que la democracia debe permitir una sociedad autónoma, esto es, libre y justa,’ parafraseando a Castoriadis. Y el que una sociedad sea libre y justa significa que cualquier interrogante sobre la sociedad, sus instituciones y tradiciones es permitida, citamos al respecto:

“¿por qué se quiere, por qué se debe querer, un régimen democrático? No lo discutiré aquí, limitándome a observar que esa pregunta implica ya que debemos (o deberíamos) vivir en un régimen en el que todas las preguntas pueden ser planteadas, y eso también es el régimen democrático (…)”[6]

Surge, entonces, otro interrogante, el cual se refiere a la compatibilidad entre libertad y la ley, la cual se deriva de una forma organizada de gobierno, en este caso la democracia. La pregunta sería entonces ¿se puede ser libre obedeciendo a la ley? A lo cual Castoridadis responde afirmativamente, pero señalando que tal posibilidad es viable, siempre y cuándo se haya tenido la oportunidad de participar en el proceso creador de esa ley[7].

Es así como puede entenderse que toda democracia debe aspirar a seguir siéndolo, pero ello significa que debe educarse enseñando sus principios y, naturalmente, abriendo siempre la posibilidad de la elección entre la democracia y otro régimen. Es el grado de inestabilidad que conlleva la elección democrática, esto es, siempre debe estar abierta la posibilidad de elegirla o no, en el momento en que pierde esa posibilidad, la educación deja de ser democrática y autónoma[8].

Homer siempre vivió en el orfanato, allí bajo la educación del Dr. Larch aprendió el oficio de médico, se educó,  y además trabajaba. Podría decirse que tenía la seguridad necesaria para alguien de su edad, sin embargo sentía la necesidad de conocer otras realidades, de vivir. Le ataban al orfanato la mayor parte de las cosas de su vida, los niños, su padre de crianza. Sin embargo podría decirse que Homer buscaba su felicidad. Ahora bien, ¿una democracia debe preocuparse por la felicidad de sus asociados, o por el contrario es un asunto que no le compete?

Para Castoriadis la felicidad de un ser humano es algo privado, que sólo le corresponde y debe importarle a él. El estado o la sociedad no deben intervenir, deben limitarse a garantizar y brindar la libertad y la autonomía, pero la felicidad es un asunto de cada quien. Se cita a Castoriadis:

“El fin de la política no es la felicidad, que solamente puede ser un asuntos privado(15), es la libertad y la autonomía individual y colectiva. (…) El objetivo de la política no es la felicidad, sino la libertad. La libertad efectiva (no me refiero aquí a la libertad "filosófica") es lo que llamo autonomía. La autonomía de la colectividad, que no puede realizarse más que a través de la autoinstitución y el autogobierno explícitos, es inconcebible sin la autonomía efectiva de los individuos que la componen. La sociedad concreta, que vive y funciona, no es otra cosa que los individuos concretos, efectivos, "reales".[9]

 

Es así como se parte de la idea de la existencia, por regla general de sociedades heterónomas, y se muestra, efectivamente, que por regla general los individuos tienden a respetar las reglas, a sujetarse a sus principios institucionales. Cuando estos micro universos humanos (los individuos) muestran su tendencia autopoietica y los ciudadanos empiezan a buscar la autonomía, surgen inevitablemente las confrontaciones, tanto individuales como sociales.

 

Lo anterior nos muestra claramente la contradictoria e inevitable tendencia conservadora del Dr. Larch, en cuanto a su obra y a la seguridad de ésta (el deseo de la institucionalidad a seguir permaneciendo y perpetuarse), además de su deseo, inicialmente de inculcar en Homer el amor por el orfanato y la profesión de médico y finalmente la clara persuasión para que se quede en este micro universo, lo cual implicaría necesariamente la sujeción de Homer a la institucionalidad del Dr. Larch. Nos encontramos entonces ante una clara lucha de intereses de derecha (curiosamente el Dr. Larch) y de izquierda (Homer).

 

Consideramos, entonces que el director es portador de un mensaje esperanzador, en la medida en que de forma muy dolorosa (en esto es bastante griego y en consecuencia tragicómico), los personajes de la cinta alcanzan su autonomía, es decir, dentro de los límites normales de su subjetividad (los únicos límites que realmente deberíamos tener), luchan por superar las imposiciones sociales, morales y sentimentales,  y finalmente eligen vivir según sus propias reglas, lo cual no necesariamente implica, como en el caso de Homer cambiar lo que en un principio quería el Dr. Larch, sino tan sólo,  después de conocer otras realidades elegir por convicción y no por obedecimiento, su destino. Se cumple entonces el objetivo democrático consistente en que dentro de la posibilidad de elegir de cada uno de los ciudadanos, estos pueden escoger o no la democracia, esto es la autonomía, pero sí la escogen, la escogen libremente, como resultado creador de una educación o paideia democrática y libre, jamás dogmática. Se puede que concluir que el Dr. Larch cumplió de forma correcta su misión. Enseñó libremente, con pasión y amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Las reglas de la vida es una película de  John Irving, dirigida por  Lasse Hallström.

[2]Desde su nacimiento, el sujeto humano queda cogido en un campo histórico-social, y es colocado simultáneamente bajo la influencia del imaginario colectivo instituyente, de la sociedad instituida y de la historia de la que dicha institución es su cumplimiento provisional” CASTORIADIS, Cornelius; La democracia como procedimiento y como régimen. Apuntes de clases del profesor Xacobe Bastidas.

[3] las sociedades heterónomas: crean ciertamente sus propias instituciones y significaciones, pero ocultan esta autocreación, imputándola a un fuente extrasocial -los antepasados, los héroes, los dioses, Dios, las leyes de la historia o las leyes del mercado-, en todo caso una fuente exterior a la efectiva actividad de la colectividad efectivamente existente. En tales sociedades heterónomas, la institución de la sociedad tiene lugar en el cierre del sentido. Todas las preguntas formulables en la sociedad considerada pueden encontrar respuesta en las significaciones imaginarias, mientras que las que no pueden hacerlo son, más que prohibidas, imposibles mental y psíquicamente para los miembros de la sociedad”. CASTORIADIS, Cornelius; La democracia como procedimiento y como régimen.

[4] Refiriendo a la constante histórica de las sociedades heterónomas señala castoriadis: “Esta situación, por lo que sabemos, sólo ha sido rota dos veces en la historia: en la Grecia antigua y en Europa occidental. Y de esa ruptura somos herederos, es ella la que nos permite hablar como hablamos. La ruptura se expresa a través de la creación de la política y de la filosofía (de la reflexión). Política: puesta en cuestión de las instituciones establecidas. Filosofía: puesta en cuestión de los idola tribus, de las representaciones comúnmente aceptadas”.  CASTORIADIS, Cornelius; La democracia como procedimiento y como régimen. Ensayo.

[5] Cornelius Castioradis, Op.Cit.

[6] Cornelius Castioradis, Op.Cit.

[7]¿qué significa, cómo es posible, qué presupone la autonomía de los individuos? ¿Cómo se puede ser libre si se está colocado obligatoriamente bajo la ley social? Existe una primera condición: es necesario que se tenga la posibilidad efectiva de participar en la formación de la ley (de la institución). No se puede ser libre bajo una ley si no se puede decir que esa ley es propia, si no se ha tenido la posibilidad efectiva de participar en su formación y en su institución (incluso cuando las preferencias propias no han prevalecido).Cornelius Castioradis, Op.Cit.

[8] es preciso afrontar el dilema siguiente: o esta educación de los individuos es dogmática, autoritaria, heterónoma -y la pretensión democrática se convierte en el equivalente político de un ritual religioso-; o bien, los individuos que deben "aplicar el procedimiento" -votar, legislar, seguir las leyes, gobernar- han sido educados de manera crítica. En tal caso, es necesario que este espíritu crítico sea valorizado, en cuanto tal, por la institución de la sociedad, y entonces se abre la caja de Pandora de la puesta en cuestión de las instituciones existentes, y la democracia vuelve a ser movimiento de autoinstitución de la sociedad, esto es, un nuevo tipo de régimen en el sentido pleno del término”. Cornelius Castioradis, Op.Cit.

[9] Cornelius Castioradis, Op.Cit.

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